Dracula
de John Badham.
1979. Terror, fantástico, vampiros. P: 6/10.
Dirección: John Badham
Música: John Williams
Fotografía: Gilbert Taylor
Interpretes: Frank Langella, Kate Nelligan, Laurence Olivier, Donald Pleasence, Trevor Eve, Jan Francis, Tony Haygarth, Janine Duvitski, Teddy Turner, Sylvester McCoy.
Sinopsis: El conde Drácula, un personaje tan seductor y atractivo como
peligroso y carente de escrúpulos, entabla amistad con el Doctor Seward y su
entorno. Al poco tiempo, Mina, una conocida del Doctor, muere misteriosamente
sin una gota de sangre en su cuerpo...
Comentarios: Otra de las múltiples adaptaciones de la novela de Bram
Stocker tratando de mitificar a Fran Langella como este personaje (no lo logra)
y rodearlo de un extraordinario elenco como el inigualable Laurence Olivier o
el siempre eficaz Donald Pleasence...
Película que no está mal pero ahí se queda, entre otras muchas del montón.
Dice de este film nuestro amigo: "La versión de Drácula de John Badham resulta
decepcionantemente parca en buenos momentos, pero sí tiene una secuencia
bastante notable en la que Van Helsing (Laurence Olivier) descubre vacía la
tumba de su hija Mina… y una abertura en la tierra. Nos encontramos en terreno minero inglés y se nos cuenta que la colina
en la que se ha dispuesto el cementerio está llena de viejos túneles. En
cualquier caso, Van Helsing desciende y a continuación se desarrolla el mejor
pasaje de la película, angustiante, claustrofóbico y reminiscente del clásico
de Henry Kuttner, «Las ratas del cementerio». Van Helsing se detiene un momento en un repecho y la voz de su hija
surge a sus espaldas, suplicándole un beso. Sus ojos brillan sobrenaturalmente;
sigue vestida con la mortaja con la que fue enterrada. Su carne ha adquirido un
enfermizo tono verdoso y se alza, balanceándose en este pasaje subterráneo,
como algo salido del Apocalipsis. En este momento Badham no sólo nos ha pedido
que crucemos el límite del tabú; literalmente nos ha empujado por encima de él
y hacia los brazos de este cadáver en proceso de descomposición; un cadáver más
horrible aún en cuanto que en la vida se acomodaba con tanta perfección a los
estándares convencionales americanos de la belleza: juventud y salud. Sólo es
un momento, y la película no tiene ningún otro comparable a éste, pero su
efecto es notable mientras dura."
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