¿Sigue leyendo mucho?
Todo lo que puedo, cada día, aunque veo mucha tele. Y escribo todos los
días, acabo de escribir una cosa sobre Kennedy para The New York Times. Este
oficio es una pasión. Más que vivir de ella, me gusta practicarla. Preferiría
estar escribiendo ahora en vez de estar aquí.
Ya acabamos. No, si es usted un tipo estupendo, pero es que las ideas me vienen sin
querer. Esta mañana íbamos en el coche, nos paramos al lado de un autobús donde
iba una mujer sentada y pensé: ¿Y si ahora sube un tipo y le corta el cuello?
Será un cuento corto, aunque eso nunca se sabe; Carrie iba a ser un relato
también y acabó siendo una novela. Lo importante es esa pregunta: ¿qué pasaría
si…? Ese es el motor de mis historias.
Y luego acaban en el cine o en la tele. Sí, mucha gente va al cine en el mundo y eso
ayuda a hacerte popular. Pero al final todo da igual, porque un día te
encuentras con gente por la calle que te reconoce y te dice: “¿Eres Stephen
King? Tío, me encantan tus películas”, y otro día, en un supermercado de
Florida, me para una mujer y me regaña porque escribo cosas terroríficas. Dice:
“Prefiero The Shawshank redemption”. Y yo: “La escribí yo”. Y ella: “No es
verdad, para nada”. Y se larga.
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