¿Ha pensado en qué lugar de la literatura estadounidense quedará Stephen King?
Es difícil saberlo. No
sé si hay vida después, aunque no creo. Pero si quedara algo similar a la
conciencia, lo último que me preocuparía es saber si me lee o no la próxima
generación. Dicho esto, cuando los escritores mueren, o sus libros se siguen publicando,
o desaparecen. La mayoría desaparece. Quedan solo algunos, y esos son los
importantes: Faulkner, Hemingway, Scott Fitzgerald, olvidado cuando murió y
rescatado más tarde. En español, Cervantes, García Márquez, Roberto Bolaño,
esos quedarán. Bolaño sabía tragar drogas y beber. Pero también sucede que
queda la gente más rara: de Stanley Gardner, el autor de Perry Mason, quedó muy
poco; pero no quedó nada de John D. McDonald, que era estupendo. Y apenas nada
de John M. Cain, pero sí de Jim Thompson. Y, más extraño aún, queda Agatha
Christie… Es decir, nunca sabes quién va a perdurar. Creo que los escritores de
fantasía tienen más posibilidades de quedar. Y creo que, de mis libros,
resistirán El misterio de Salems’ lot, El resplandor, It y quizá La danza de la
muerte. Pero no Carrie. Y quizá también Misery. Esos son los imprescindibles
para la gente que los leyó, pero no estoy nada seguro de que la gente siga
pensando en mi trabajo cuando la palme. Quién sabe. Somerset Maugham fue muy
popular en su día. Ahora nadie lo lee. Escribió grandes novelas. Alguien le
preguntó por su legado, y dijo: “Estaré en la primera fila del segundo rango”.
Dirán eso de mí.
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